Navegando por la web encontré un artículo de Tom C. Avendaño titulado "En defensa de Comic Sans" donde se debatían las razones por la que esta conocida web es tan odiada. Me pareció tan curioso encontrar algo así, con pensamientos que la mayoría de la gente que tiene elegir tipografías a diario, comparte que a continuación lo reescribo sin más:
"Si las tipografías fueran
personas, Comic Sans sería ese tipo correcto, sencillo, garboso y jovial cuya
personalidad está supeditada a caer bien a todo aquel que le mire. El inocente
hasta rozar la frivolidad. El favorito de la gente que no se quiere complicar
la vida. Un tipo, por tanto, profundamente desagradable.
Comics Sans no es una
persona, pero el odio que suscita tampoco es digno de una tipografía. El consenso en
la fiesta en la que no hace más que aparecer sin invitación que es el diseño
gráfico de los últimos 18 años es que se trata de una tipografía odiosa por su
ubicuidad, irritantemente amable y, en definitiva, la elección que nadie haría
si tuviera un mínimo de conocimiento de causa. En 1999, cuando ya se había
convertido en la
tipografía genérica de colegios, zoos, museos y gobiernos de medio mundo (en qué momento decidió usarse para
carteles estilo "No pasar" es uno de los grandes enigmas de nuestro
tiempo), una pareja de diseñadores gráficos de Illinois (Estados Unidos), Dave
y Holly Crumbs, creó la mítica página web Ban Comic Sans (Prohiban Comic Sans) después
de que uno de sus jefes les obligara a usarla para la exposición en un museo
infantil.
Acertaron de pleno con el
sentimiento. Desde entonces, estas letras sin serifa han sido objeto de
incontables blogs preñados de odio hacia ella y de bromas de gigantes como Google.
Hasta ahora.
La inquina hacia Comic Sans está tan arraigada en el establishment cibernético
que, de pura popularidad, se ha convertido en susceptible de ser cuestionado.
Hace dos semanas empezó a ganar peso un blog creado en la red social Tumblr llamado
Comic Sans Project. En él se ven retazos de un nuevo orden mundial
en el que la dominación planetaria de la tipografía alcanza a los logotipos más
icónicos del mundo: el que abre cada película de Star
Wars, la pavorosa pantalla azul de la muerte con la Windows 98
pedía ser reiniciado, el de H&M, el de Burger King... Todos ellos
subordinados, cuales convocatorias de reuniones del AMPA, a las mismas letras
impávidamente simpáticas.
A simple vista parece que el
mundo hubiera caído en manos del payaso de Macdonald's, pero con un toque de
ironía. El Comic Sans Project es cosa de dos franceses, Thomas Blanc
y Florian Amoneau, y está agazapado detrás del mismo odio que intentan
combatir. Esto no es amor, es reivindicación. Es como el hippy que mete la flor en la pistola del
policía, y el resultado es sorprendentemente respetable. Casi roza la nobleza
en algunos casos.
Desde la creación de Tumblr,
una red social eminentemente visual, el movimiento pro-Comic Sans ha ido ganando terreno, primero con un
blog llamado Fuck
Yeah Comic Sans y
luego con Comic
Sans the World!!! (su
presentación es de un desenfado solamente epígono a las letras que defiende:
"¿y si sólo hubiera un tipografía en el mundo y esa tipografía fuera la
más gloriosa de todas las tipografías?"). Los fans del invento que estuvieran en el armario pueden ir saliendo. Ya se ha
aceptado que Comic Sans es algo tan repelente que se puede recuperar de forma
irónica.
En realidad, la verdadera
ironía es que la historia de Comic Sans es una mezcla de buenas voluntades e
infamia. Su creador es un diseñador llamado Vincent Connare, que 1994 estaba empleado por
Microsoft como "ingeniero tipográfico". Este señor, un reputado
aficionado a los cómics oriundo de Boston, estaba repasando el contenido de Microsoft Bob que en tiempos previos al Windows 95
era un interfaz que debía caer bien al usuario, cuando vio que la tipografía
estándar era la canónica Times New Roman. No debió
parecerle lo suficientemente interesante porque creó una alternativa más
redonda y accesible, como si se hubiera diseñado con tijeras en la mano. No
llegó a tiempo para que se incluyera en el mal avenido Bob, pero fue del agrado
de la responsable del proyecto, a la sazón la futura señora de Bil Gates, y al
año siguiente estaba metido en un ajo mucho más considerable: Windows 95.
Y así, la maquinaria empezó a
rodar. Comic Sans empezó a verseen los bocadillos de diálogo de Watchmen,
la novela gráfica, y en otros lugares mucho más delirantes como monedas
canadienses o los Sims. Connare no daba crédito. Su
creación, le explicaría años más tarde al Wall Street Journal,
no estaba destinada al uso popular. Pensaba que sería algo para los creadores
de cómics. Pero, si alguna vez tuvo voz como para influir en el fenómeno, era
demasiado tarde. La ubicuidad de Comic Sans era imparable.
Claro que, añadiría años más
tarde, hay veces que es mucho mejor que la Times New Roman. De eso va la cosa."